domingo, 8 de enero de 2012

Sufrimiento y la Palabra de Dios


Sufrimiento y la Palabra de Dios
Te doy gracias Señor por las veces que has permitido que sufra, porque en medio del dolor he podido ver tu rostro, escuchar tu voz, he sentido tu mano sobre mi hombro y tus pasos caminando junto a mí, por eso Señor he superado esos momentos; sintiendo tu presencia  y tu amor; te pido Jesús que en cada momento difícil de mi vida, pueda yo revivir tu pasión y muerte y así darle sentido propio al dolor y al sufrimiento. Amén.


“Así aunque llenos de problemas, no estamos sin salida; tenemos preocupaciones, pero no nos desesperamos; nos persiguen, pero no estamos abandonados; nos derriban, pero no nos destruyen. Donde quiera que vamos, llevamos siempre en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también su vida se manifieste en nosotros”. (2Cor 4,8-10)

Podemos pensar que buscar a Cristo en el sufrimiento cotidiano puede resultar accesible; pero cuán difícil es encontrar la razón del amor de Dios en medio de una desgracia, catástrofe o desesperación. Allí donde nuestra limitada humanidad, no encuentra sentido cuando cientos de muertes se suscitan en un instante a  raíz de un terremoto, un ataque terrorista, una inundación o un accidente. Allí donde unos padres se preguntan ¿Por qué murió mi hijito? O cuando esa viuda tiene que explicar a sus hijos porque un delincuente acabo con la vida de su papa. Y así podemos mencionar muchas adversidades y contrariedades más. Sin embargo, en cada una de esas escenas Cristo está presente siempre en el mismo sitio “al lado de la victimas”. Aceptar el sufrimiento y encontrar el rostro de Cristo en el, es tarea de todos, reconocer que en cada situación hay un llamado de atención por parte de Dios y que su voluntad es  nuestra mejor opción; es la mayor prueba de fe y esperanza que podemos dar, experimentando al mismo tiempo esa paz que el mundo no puede dar.

“No desprecies hijo mío la corrección del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda. Porque el Señor corrige a quien el ama y castiga a aquel a quien recibe como hijo”.  (Hb 12,5-6)
Por lo tanto a través del sufrimiento tenemos la posibilidad de recibir el amor de Dios y retribuir ese amor a Él, razón por la cual debemos tener alegría en el sufrimiento; “estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad siempre alegres”. (Fl 4,4)

“Queridos hermanos, no se extrañen de verse sometidos al fuego de la prueba, como si fuera algo extraordinario. Al contrario, alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también se llenen de alegría  cuando su gloria se manifieste”. (1Pe 4,12-13)
En ocasiones somos nosotros mismos los que buscamos el sufrimiento propio, alejándonos de Dios, de sus mandamientos  y sacramentos. En esos casos nos conseguimos en un callejón sin salida, llenos de dudas, temor, rencor y soledad.

“Si alguno de ustedes sufre, que no sea por asesino, ladrón o criminal, ni por meterse en asuntos ajenos”. (1Pe 4,15)

La palabra de Dios que es viva y eficaz es el mejor camino en la ruta del sufrimiento, ella unida a la Santa Misa y a los Sacramentos, es capaz de levantar al más derrotado.

“Señor a dónde iremos, solo tú tienes palabras de vida eterna”. (Jn 6,68)

12/2/2010

1 comentario:

  1. Permitanme llegar ante ustedes con la siguiente consulta:
    El dolor nos situa en un interrogante radical para la fe cristiana, causando una profunda crisis. ¿Por que sufro? ¿Como he afrontado el sufrimiento con esperanza y fidelidad?

    Winston Pauta Avila

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