Sufrimiento
y la Palabra de Dios
Te doy gracias
Señor por las veces que has permitido que sufra, porque en medio del dolor he
podido ver tu rostro, escuchar tu voz, he sentido tu mano sobre mi hombro y tus
pasos caminando junto a mí, por eso Señor he superado esos momentos; sintiendo
tu presencia y tu amor; te pido Jesús
que en cada momento difícil de mi vida, pueda yo revivir tu pasión y muerte y
así darle sentido propio al dolor y al sufrimiento. Amén.
“Así aunque
llenos de problemas, no estamos sin salida; tenemos preocupaciones, pero no nos
desesperamos; nos persiguen, pero no estamos abandonados; nos derriban, pero no
nos destruyen. Donde quiera que vamos, llevamos siempre en nuestro cuerpo la
muerte de Jesús, para que también su vida se manifieste en nosotros”. (2Cor
4,8-10)
Podemos pensar
que buscar a Cristo en el sufrimiento cotidiano puede resultar accesible; pero
cuán difícil es encontrar la razón del amor de Dios en medio de una desgracia,
catástrofe o desesperación. Allí donde nuestra limitada humanidad, no encuentra
sentido cuando cientos de muertes se suscitan en un instante a raíz de un terremoto, un ataque terrorista,
una inundación o un accidente. Allí donde unos padres se preguntan ¿Por qué
murió mi hijito? O cuando esa viuda tiene que explicar a sus hijos porque un
delincuente acabo con la vida de su papa. Y así podemos mencionar muchas
adversidades y contrariedades más. Sin embargo, en cada una de esas escenas
Cristo está presente siempre en el mismo sitio “al lado de la victimas”. Aceptar
el sufrimiento y encontrar el rostro de Cristo en el, es tarea de todos,
reconocer que en cada situación hay un llamado de atención por parte de Dios y
que su voluntad es nuestra mejor opción;
es la mayor prueba de fe y esperanza que podemos dar, experimentando al mismo
tiempo esa paz que el mundo no puede dar.
“No desprecies
hijo mío la corrección del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda. Porque el
Señor corrige a quien el ama y castiga a aquel a quien recibe como hijo”. (Hb 12,5-6)
Por lo tanto a
través del sufrimiento tenemos la posibilidad de recibir el amor de Dios y
retribuir ese amor a Él, razón por la cual debemos tener alegría en el
sufrimiento; “estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad siempre
alegres”. (Fl 4,4)
“Queridos hermanos,
no se extrañen de verse sometidos al fuego de la prueba, como si fuera algo
extraordinario. Al contrario, alégrense de tener parte en los sufrimientos de
Cristo, para que también se llenen de alegría
cuando su gloria se manifieste”. (1Pe 4,12-13)
En ocasiones
somos nosotros mismos los que buscamos el sufrimiento propio, alejándonos de
Dios, de sus mandamientos y sacramentos.
En esos casos nos conseguimos en un callejón sin salida, llenos de dudas,
temor, rencor y soledad.
“Si alguno de
ustedes sufre, que no sea por asesino, ladrón o criminal, ni por meterse en
asuntos ajenos”. (1Pe 4,15)
La palabra de
Dios que es viva y eficaz es el mejor camino en la ruta del sufrimiento, ella
unida a la Santa Misa y a los Sacramentos, es capaz de levantar al más derrotado.
“Señor
a dónde iremos, solo tú tienes palabras de vida eterna”. (Jn 6,68)
12/2/2010
Permitanme llegar ante ustedes con la siguiente consulta:
ResponderEliminarEl dolor nos situa en un interrogante radical para la fe cristiana, causando una profunda crisis. ¿Por que sufro? ¿Como he afrontado el sufrimiento con esperanza y fidelidad?
Winston Pauta Avila